No suelo esconderme, pero a veces no me queda mas remedio. Cuando la tensión bloquea mis hombros y hace que el más mínimo movimiento de mis brazos se convierta en un espasmo de dolor, sé que es la hora de cambiar. Entro a una tienda y compro ropa muy distinta a la que suelo usar. Pantalones vaqueros desgastados, tan sucios que parecen recién salidos de una mina de cobre.
Tuesday, April 24, 2007
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