Sé que puede sonar absurdo, pero es una afición mía. No digo que nadie tenga que estar de acuerdo ni compartirla. Tampoco lo recomiendo como terapia para equilibrar el chi o redondear los chacras. Tan solo es algo que comencé a hacer. Creo que la primera vez tenía seis años. Me maravilló aquella playa hecha de piedras y guijarros. Todas las playas que había visto en mi vida, ya sabéis, en fotos, videos y películas, en calendarios o dibujos, eran de arena fina. Amarilla o marrón o blanca. Pero aquella estaba sembrada de millones de guijarros y piedras de todos los tamaños. Cogí una de ellas, busque la superficie plana y estampé una palabra con un rotulador. No me acuerdo de cuál era. Tan solo me fijé en el conjunto de letras que flotaban en mi cabeza y lo escribí en la superficie de la piedra. He pasado muchos años tratando de recordar esa primera palabra que lo cambió todo. Al menos para mí y mi forma de ver el mundo.
Monday, January 14, 2008
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