Thursday, July 01, 2010

Respira

Respira. Respira. Eso es, eso es. Respira. Así, muy bien. Y ahora presta atención. Mantén tus ojos en los míos. Coge mi mano. ¿La sientes? Apriétala. Eso es, muy bien.

No, no estás sufriendo un ataque de pánico. Eso es sólo un término que inventó alguien tras una larga noche de fiesta con música New Age. ¿Has sentido alguna vez ese doloroso cosquilleo cuando se te despierta un brazo dormido? Esto es algo parecido. ¿Cómo que qué se despierta? ¡Tú te despiertas! Comienza a prestar atención, por favor. Nunca tenemos tanto tiempo como creemos.

Te conozco. Sé lo que te ha ocurrido, no hace falta que me digas nada. Sé lo de tu jefe y lo que fue diciendo de ti a todos tus compañeros de trabajo, y también los cuchicheos que se expandieron de la cafetería a la sala de juntas. Sé de aquel tío mierda, aquel soplapollas medio ahogado por una corbata que te sentó en su despacho con acabados en teca y todos los clichés que te soltó de corrido: Estamos haciendo ajustes, es algo necesario, a nosotros tampoco nos gusta, no creas que esto es fácil para mí, una reestructuración por el bien de todos, me lo han ordenado, jamás he tenido nada en tu contra, eres un trabajador ejemplar, piensa en las nuevas oportunidades que se abren ante ti.

También sé que dejaste en el suelo la caja de cartón con tus cosas y rayaste su BMW 525 con la llave de tu Peugueot 106. Sé que luego sonreíste al recordarlo. Sé que aquella noche apretaste la cara contra la almohada y lloraste como un niño.

No, no preguntes como lo sé. Eso no es importante ahora. Ahora sólo importa que respires y me escuches.

Sé lo de Juana. Sé que pasó cuatro años diciendo que te quería y que eras lo mejor que le había pasado en la vida y después comenzó a acostarse con un tío del gimnasio, un mascachapas retrasado con las piernas depiladas que todos los día la recibía con un: ¿Qué tal va todo, preciosa?

Sé que los dos follaron en tu cama muchas veces, en las mismas sábanas en las que tú te acostabas después sin sospechar nada. Sé que se la tiró usando tus propios condones.

Sé que te gusta escuchar a Malher en la oscuridad cuando te sientes solo.

Sé que escuchas mogollón a Malher.

Sé que has pasado años yendo a bares y discotecas y pensando que todo el mundo se divierte más que tú.

Sé que los amigos han ido desapareciendo de tu vida poco a poco hasta no ser más que pequeñas y lejanas fotos en tu facebook. Los mismos que tantas noches copa en mano dijeron que erais hermanos, más que eso, que siempre estaríais juntos y que nunca os sentiríais solos. Ellos ahora tienen sus vidas con sus mujeres, sus niños, sus novias, sus trabajos bien y mal remunerados y sus partidas de padel los fines de semana donde ya han dejado de llamarte. Sé que miras sus fotos de vez en cuando y los acordes de Malher empiezan a sonar en tu cabeza.

Sé que cuando pasas por delante de un colegio sientes que tú nunca fuiste realmente joven.

Sé que te acuerdas de ella. Que le perdiste la pista hace años y que todas las semanas piensas en cómo estará, con quién estará. Sé que piensas que el destino os ha preparado un encuentro fortuito en alguna acerca, y que tienes preparado lo que le vas a decir cuando la veas. Sé que cada año que pasa piensas que las posibilidades de ese encuentro disminuyen.

No, no llores aún. Ya habrá tiempo. Guárdate las lágrimas y coge mi mano y aprieta. Así, muy bien.

Conozco bien todos los proyectos que has emprendido. Sé de la sensación de fracaso que queda en el cielo de la boca cuando te miras al espejo y te dices: “Ni un paso más”. Sé que jode ver a Emilio Botín siempre sonriendo. Cómo no voy a saberlo.

Sé que llevas tanto tiempo fingiendo que las cosas van bien que ya no recuerdas cómo eran antes.

Sé que nadie te ha abrazado nunca tan fuerte que cuando se ha ido has sentido que el abrazo se quedaba contigo.

Lo se todo. Respira. Mírame y respira.

Y ahora te voy a decir lo que he venido a decirte. Escucha, por favor. Puede que sea lo más importante que nunca te haya dicho nadie, mucho más que los te odio y los te quiero que has ido acumulando estos años: Todo, absolutamente todo lo que te ocurre es culpa tuya. De nadie más.

¿Jode oírlo, verdad?

Porque que tu jefe te despidiera sólo es el último paso de una cadena muy larga que comenzó cuando dejaste que una gran multinacional te dijera qué hacer y qué pensar durante todo el día tan sólo por una falsa estabilidad económica. Cuando aceptaste que tu jefe era mejor que tú sólo porque te daba órdenes. ¿A que ahora no te parece tan estable? No existe nada indefinido. La vida menos que nada.

Que Juana te engañara es el resultado de irla abandonando poco a poco. Porque con tan sólo la hubieras preguntado todos las noches qué tal su día y te hubieras quedado un minuto a oír la respuesta, todo esto no habría pasado y ahora el mascachapas del gimnasio se estaría tirando a otra mujer con los condones de su marido.

No haces más que quejarte de que tus amigos ya no te llaman pero tú tampoco les llamas a ellos. Porque se te haría raro volver a quedar después de tanto tiempo y en el fondo prefieres revolcarte en tu miseria recordando tiempos mejores.

No me malinterpretes. Tu madre, tu familia y los pocos amigos que te quedan no van a decirte esto. Ellos te aprecian. Ese es un sentimiento que en tu propio beneficio no me puedo permitir.

Piensas en ella y has hecho algún débil intento por localizarla, pero te da pánico encontrarla y que la cosa no salga bien, o lo que es peor, que no se acuerde siquiera de ti. En el fondo lo que más miedo te da es que sí se acuerde, que ella también te perdiera la pista y tengas que obrar en consecuencia.

Nunca has parecido entender de verdad que nada sale sin esfuerzo. Que todos aquellos que crearon sus empresas de la nada tuvieron que hacer grandes sacrificios para mantenerlas en pie. Que la mayoría fracasaron y lo volvieron a intentar una y otra vez. Que ellos también estaban cansados. Que se bebieron sus lágrimas y continuaron trabajando duro.

Simplemente no estás preparado para ese tipo de sacrificio. Te es más fácil sentarte en tu cómodo sofá, apagar la luz y escuchar a Malher.

¿Ves? Ahora sí estás apretándome la mano de verdad, con furia. No hay otra forma de hacerlo.

Es mejor que todo esto te lo tomes a mal. Al fin y al cabo, es tu vida la que has estado desperdiciando.

Ahora ves claro que tu jefe en el fondo, te ha hecho un favor que te cagas largándote de allí. Que Juana va a estar mejor sin ti y, que si prosperas, tú también estarás mejor sin ella. Que no puedes confundir la vida de tus amigos con la tuya propia, porque todos somos más que nuestra foto del facebook. Necesitas estar tan mal que cuando te encuentres con ella ya te quede muy poco que perder.

Sí, ahora es el momento de llorar. Ahora tienes una razón para hacerlo.

Porque oír esto es el primer paso para que todo cambie. No, no a mejor. Para que cambie a mejor a veces tiene que cambiar a peor primero.

Así que sal a la calle. No te preocupes por si te has duchado. No te preocupes por lo que llevas puesto. La gente admira a quién no se preocupa por combinar colores. Si alguien te dice algo, simplemente diles: Tengo otras cosas en qué pensar. No seas grosero pero no pidas perdón. Porque este eres tú, y tan raro va a ser descubrirlo para ti como para ellos.

Siéntate en una parada de autobús y dile algo a una chica. Entabla una conversación, siente un contacto. Cuando el autobús llegue, dile que este no es el tuyo. Si ella tampoco se sube, piensa que quizá tú seas el suyo. Pero no pidas mucho si no estás dispuesto a dar mucho.

Cuando veas a Juana, deséale lo mejor, pero hazlo de verdad. No le preguntes si está con alguien. Si es ella quien te lo dice, responde que te alegras y que esperas que sea feliz. Sonríe.

Pide trabajo en algo que te guste, para variar. No importa si no crees estar preparado. Ahora sabes que en realidad nunca lo estamos. No mientas en la entrevista y recuerda que esta siempre es en ambos sentidos. Tanto están viendo ellos si tú les interesas como si a ti te interesan ellos. No tengas miedo a decir que no te convence. Ellos no van a tenerlo.

No escuches a Malher solo. Acércate a alguien y dile: ¿Has escuchado alguna vez a Malher? ¿No? ¿Quieres venir a casa y escucharlo? Recuerda que eras tú quien se sentía solo, Malher sólo se ocupaba de la música. Así, quizá la próxima vez que lo escuches te acuerdes de esa persona. Y esa persona de ti.

La próxima vez que emprendas un proyecto hazlo a sabiendas de que lo más probable es el fracaso. Piensa en tu vida en los mismos términos. Recuerda siempre que los éxitos se pagan con fracasos.

Y cuando te encuentres con ella, respira. Mírala a los ojos y sonríe. No te preocupes por tu vestimenta, tu aliento o tu desodorante. No pienses en tu balance bancario. Ten confianza. Sé consciente de la posibilidad de fracaso. Acércate a ella y dile: Estoy seguro de que te acuerdas de mí.

Y si todo esto no funciona, recuerda que no esta mal, que quizá es así como debe ser. Los días que no se viven, se desperdician, así que es mejor vivir tus fracasos que los éxitos de otros.

¿Qué? ¿Que cómo me va a mí? Ja,ja, esa sí que es buena.

© Santiago Pajares. Julio 2010.

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