No os voy a desear un año nuevo lleno de cosas imposibles. No os voy a desear que se cumplan todos vuestros proyectos, porque entonces ya no sabríais en qué esforzaros. No os voy a desear que os llegue el amor si no toca que llegue, porque un mal amor es casi peor que no tener ninguno. No os voy a desear que nadéis en dinero, porque quizá entonces dejaríais de apreciarlo.
Pero sí os voy a desear algo: Que se cumpla uno de vuestros deseos. Sólo uno. Porque uno al año es más de lo que consigue la mayoría. Así que pensadlo bien y ordenad vuestras prioridades, porque quizá así aprenderemos a distinguir las cosas de verdad importantes y nos olvidaremos de lo innecesario.
No deseéis un bosque, desead un árbol.
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