Ella siempre ponía los pies en el salpicadero del coche mientras yo conducía. Sabía que yo lo detestaba y lo hacía igual, no le importaba ninguno de mis reproches. Yo no hacía más que insistirle en que era peligroso, que si había cualquier tipo de accidente y el airbag saltaba, este empujaría sus piernas y sus propias rodillas se le clavarían en la cara. El airbag no estaba diseñado para esa posición, ambos sabíamos eso. Convertía un elemento diseñado para su propia seguridad en un arma mortal.
Friday, May 27, 2011
Sunday, May 01, 2011
John Conolly. El libro de las cosas perdidas.
"En cada adulto mora el niño que fue, y en cada niño espera el adulto que será."
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