"Échale huevos, enano"

- ¡Échale huevos, enano!

Y me empuja. Yo trato de mantener mis pies aferrados al suelo, pero él es mucho más grande. No sólo él, todos son más grandes.

Una línea de tierra marca el límite de a donde puede llegar el perro del bedel atado a su cadena. Una línea arrancada al césped por docenas de alumnos que se apostan allí y esperan a que el perro furioso se lance contra ellos para quedar detenido a escasos centímetros, ladrando y masticando el aire cercano a sus genitales con sus mandíbulas.

La ciudad de palabras: Español - Inglés - Francés

 Al principio, la ciudad era sólo palabras. Amontonadas unas encima de otras, formando edificios, farolas, perros y nubes. Después las personas, atraídas por las palabras, comenzaron a llegar en manadas, buscando cosas que decir, formando frases para decirse unos a otros. Y amándose y odiándose con las palabras, que se iban gastando poco a poco, como la ciudad que se iba quedando sin ellas. Los edificios perdieron plantas, las farolas apenas daban luz, los perros ya no ladraban a sus dueños y las nubes perdieron sus formas. La ciudad entonces se quedó en silencio, y todos se miraban sin saber qué decir ni qué hacer. Sin saber que en otro sitio, lejos de allí, otra ciudad se levantaba con las mismas palabras, formando puentes, ríos, vallas y calles. Y que esperaría allí, erigida, a que los hijos de las personas que una vez llegaron, marcharan para tener otra vez cosas que decir. Y empezar de nuevo.

"Vida de Pi", de Yann Martel

He recomendado este libro a multitud de amigos y familiares. Y cuando me preguntaban de qué iba, siempre les contestaba lo mismo: Imagina una barca en medio del océano. En esta barca hay un niño, una cebra, un gorila, una hiena y un tigre. La hiena se come a la cebra y al gorila. El tigre se come a la hiena. Entonces sólo quedan el niño y el tigre, náufragos, en una barca en mitad del océano. Y el niño debe evitar por todos los medios que el tigre le devore. ¿Cómo? Demostrándole quien es el animal alfa de ese territorio. Debe pescar para los dos y conseguir agua dulce. Debe buscar una forma de que les rescaten. Debe, sobre todo, mantener su cordura en el intento.

“El tren de las 07:02”

Mi tren llega a las 07:02. Hay otro a las 07:11, pero cogiendo ese llego tarde a la oficina. Tengo que dejar el coche en el parking a las 06:54 para que me de tiempo a subir el puente que da acceso al otro lado del andén. Salgo del parking de mi casa a las 06:42. Tomo el café y la tostada con mantequilla y azúcar a las 06:30. Me termino de duchar a las 06:20. Me levanto a las 06:05.

Así todos los días.

Vida de Pi, de Yann Martel.

"Todo ser vivo tiene un grado de locura que lo induce a actuar de formas extrañas, a veces inexplicables. Esta locura puede ser su salvación, forma parte de su capacidad de adaptarse. Sin ella, no sobreviviría ninguna especie."

"La rutina de los viernes"

Me habían cazado. Era una cuestión de tiempo, eso ya lo sabía. Tenía treinta y cuatro años y algunas entradas y canas, lo típico. Me conservaba bien pero ya empezaba a atisbar el descenso que culmina en los cuarenta y separa el grano de la paja. Los solteros de oro de los solterones sin remedio. Los que habían conseguido evitar el matrimonio y aquellos que no podrían alcanzarlo ni a tiros.Mi amiga Elena, del trabajo, claro, me cogió por banda en un pasillo y comenzó a venderme las excelencias de su amiga Clara: Que si es alta, que si es guapa, que si es muy simpática, culta, divertida... cuando ambos sabemos que si está soltera a esta edad es porque tiene alguna tara muy grande, tan grande como una de las mías, al menos. Pero no me deja escapar. Es lo que tienen los pasillos de oficina, que han sido construidos para no poder huir. Así que, entre presiones y halagos, acabo diciendo que sí, que iré a tomar una copa con Clara el siguiente viernes.

Turno de noche.

Tengo el turno de noche porque nadie más lo quiere. Ningún otro quiere pasar aquí ocho horas, solo, encerrado en la garita de esta gasolinera. Pero a mí me gusta. La gente viene, echa gasolina, paga y se va. A veces me piden algo de comida o bebida, y yo se lo paso por el hueco de la ventanilla. Es sencillo. Es como ver la vida pasar delante de un televisor transparente. No les tocas. No les hueles. No pueden hacerte daño. Ellos están fuera y tú estás dentro, y así cada cosa está clara y en su sitio.

Wilkie Collins. La piedra lunar.

“La realidad es la piedra donde se pone a prueba el metal del que está constituido el hombre”.

Artículo en el periódico Mainichi, en Japón.

Este artículo, escrito por el profesor Akifumi Uchida, acaba de salir en el periódico Maincini, uno de los tres más grandes de Japón, con una tirada diaria de más de siete millones de ejemplares.

En él se relata la presentación de mi tercera novela "El lienzo" en Japón.

Como podéis leer, me ponen muy muy bien ;-)

"Kitchen". Banana Yosimoto

"Un amor del que no se piense que será el último no llega a ser ni un simple pasatiempo para una mujer."

"El lienzo" en las librerias japonesas.

Este Enero de 2012 estuve en japón haciendo promoción de la edición japonesa de "El lienzo", salida a mediados de Diciembre.

Un momento muy hermoso en la vida de un escritor es cuando va a una libreria a buscar su propio libro, mucho más aún si se encuentra en un país extranjero. ¿Estará? ¿Me costará encontrarlo? ¿Habrá suficientes ejemplares? ¿Estará bien colocado?

Cuando llegúe entré en una librería cercana a mi hotel, una librería grande. Pregunté al dependiente por el libro y me acompañó hasta una estantería muy cercana a la puerta. ¡Y allí estaba! Había unos cuantos ejemplares y estaba bien a la vista.

Yo sonreí y le pedí que me sacara una foto.

Y así lo hizo. Y aquí os la dejo.

Playa en invierno

Nunca he estado en la playa en verano. En invierno, sí, claro, como lo estoy ahora, y puede parecer que es lo mismo, que es la misma playa, pero no es lo mismo. En verano es cuando es divertido, con el calor, los bañistas, el sol poniéndote moreno mientras alguien te salpica con la mano y se ríe contigo. O de ti. Pero en invierno no, en invierno no hay nadie y te quedas solo mirando el mar y pareces triste aunque quizá no lo estés, es decir, le parecerías triste a alguien si allí hubiera alguien para verte, pero es que no lo hay. No hoy.