Tengo el turno de noche porque nadie más lo quiere. Ningún
otro quiere pasar aquí ocho horas, solo, encerrado en la garita de esta
gasolinera. Pero a mí me gusta. La gente viene, echa gasolina, paga y se va. A
veces me piden algo de comida o bebida, y yo se lo paso por el hueco de la
ventanilla. Es sencillo. Es como ver la vida pasar delante de un televisor
transparente. No les tocas. No les hueles. No pueden hacerte daño. Ellos están
fuera y tú estás dentro, y así cada cosa está clara y en su sitio.
Thursday, May 10, 2012
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